Tocar la zambomba

Recuerdo en mi adolescencia, cuando rodeado del nacional catolicismo del régimen, nos llegaba desde multitud de discursos aquello de que «si te tocas te volverás loco». Aquellos hijos de puta con sotana, nos decían en el confesionario que «aquello que salía por tu órgano en el clímax de tu placer, era algo demoníaco y que no era otra cosa que un líquido que lubrifica la columna vertebral». Si sigues tocando la zambomba, se te quedará seca y quedarás paralítico.
Mientras tanto, su mano te acariciaba las posaderas, metiendo la mano por la pernera del pantalón, aún corto en aquellos tiempos.
Recuerdo aquel creciente complejo de culpa y aquella incerteza que creaba aquella pregunta interior que batía como si fuera un tambor: ¿Por qué es tan placentero si es malo?. Y aquella respuesta tan venenosa del —Es cosa del diablo, hijo.

Ahora el urólogo nos dice que es una cuestión prácticamente equiparable al defecar o cualquier otra forma de profilaxis natural, como el sudor, la mucosidad, etc. Malamente, para el varón que no eyacula un mínimo de cuatro veces por semana, en su plenitud de producción espermática. 

Joder !!! Si lo llego a saber entonces...


 

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