Donar sangre: un acto solidario con beneficios para la salud del donante

La donación de sangre es un acto altruista que salva vidas, de eso no hay duda. Pero ¿qué impacto tiene en la salud del propio donante?
Los estudios realizados hasta la fecha sugerían que donar sangre de manera regular podía ayudar a equilibrar los niveles de hierro en el cuerpo, reduce el riesgo cardiovascular y contribuye al bienestar emocional. Ahora, una investigación publicada hace unos días en la revista Blood, realizada por el Instituto Crick en colaboración con el centro de investigación DKFZ de Heidelberg (Alemania) y el Centro de Donación Sanguínea de la Cruz Roja alemana, da un paso más y arroja nueva luz sobre cómo la donación frecuente de sangre influye en la regeneración de las células madre hematopoyéticas (CMH) –capaces de diferenciarse en cualquier tipo de célula sanguínea– y su evolución en el organismo.
Cada donación estimula a la médula ósea para reponer los glóbulos rojos perdidos. Pues bien, analizando muestras de más de 200 donantes frecuentes –personas que habían donado sangre más de 120 veces a lo largo de su vida– y donantes esporádicos de control, la reciente investigación aportó evidencias de que este proceso de renovación ocurre de manera adaptativa.
Concretamente, descubrieron que, en estos donantes, las células madre sanguíneas portadoras de ciertas variantes del gen DNMT3A responden de manera beneficiosa a la estimulación con eritropoyetina (EPO), una hormona que el cuerpo produce en respuesta a la pérdida de sangre. De este modo se favorece la formación de nuevas células sanguíneas sin promover mutaciones asociadas con leucemia.
Por otro lado, avances recientes han permitido producir glóbulos rojos completamente maduros a partir de células madre hematopoyéticas en condiciones de laboratorio, demostrando el enorme potencial de estas células para diferenciarse en células sanguíneas funcionales y reforzando la comprensión sobre la plasticidad del sistema hematopoyético.
Niveles de hierro regulados y menos riesgo cardiovascular
Parece indiscutible que donar sangre favorece los mecanismos naturales de renovación sanguínea de manera segura y beneficiosa. Pero no es la única ventaja. Uno de los beneficios más estudiados de la donación es su impacto en los niveles de hierro.
El hierro resulta esencial para la producción de hemoglobina, pero su exceso puede generar estrés oxidativo y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Un estudio publicado en Transfusion encontró que los donantes habituales presentan un menor riesgo de enfermedades cardíacas debido a la reducción del estrés oxidativo en los vasos sanguíneos. Esto sugiere que la flebotomía –extracción de sangre de venas– recurrente podría tener un papel protector sobre la salud cardiovascular.
Por otro lado, el exceso de hierro en el cuerpo también se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar cáncer, especialmente de hígado y colon.
Un trabajo publicado en el Journal of the National Cancer Institute sugería que la reducción controlada de hierro a través de la donación de sangre podría disminuir el daño celular y la probabilidad de mutaciones cancerígenas.
Monitoreo y detección temprana de problemas de salud
Cada donación de sangre implica un chequeo previo de la salud del donante, donde se miden parámetros como la presión arterial y los niveles de hemoglobina. Además, la sangre extraída se analiza para detectar infecciones como VIH, hepatitis B y C, y sífilis.
Estos controles pueden ser clave para la detección temprana de afecciones como la anemia o la hipertensión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la donación regular ha permitido identificar problemas de salud en personas que desconocían su condición, facilitando el acceso a tratamientos oportunos.
Por otro lado, desde un punto de vista psicológico, donar sangre genera una sensación de bienestar y propósito. Ciertos estudios revelan que los actos altruistas, como la donación de sangre, están asociados con niveles más bajos de estrés y una mejor salud mental en los donantes habituales.
Con toda esta base científica, queda claro que donar sangre es un acto en el que todos ganan: los pacientes que la necesitan y los donantes que la ofrecen.
Álvaro Astasio Picado, Profesor de Enfermería Médico-Quirúrgica. Doctor en Biomedicina Aplicada., Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
No n'havia donat mai, i una vegada quan en vaig voler donar, em varen dir que ja era massa gran. Sí que era donant de medul·la òssia a la Fundació Carreras, però en complir 55 anys em varen dir el mateix, que ja no podia donar.
Fui, hasta los 52 (empecé a los 18 años), donante. Recuerdo que había una empresa privada que pagaba , en aquella época, 500 pesetas por 400cc, esa empresa es catalana y hoy está radicada en EEUU. Captaban a la gente en los bajos de la Galería de la Luz, en Plaza Cataluña. En aquella época había una crísis galopante, con una inflación terrible, y la gente iba a dar y que le pagaran, era una forma de llevar comida a casa.
Yo Iba al Valle Hebrón, junto a una chica que me gustaba cantidad, de la parte rica de Barcelona, pues vivía en Alta de Pedrell y con la que jamás pude rascar nada, era de posibles y yo no tenía un duro.
En el Valle Hebrón te daban un bocata, o dos si querías, y una Fanta, después de la donación. Podías dar cuatro veces al año, una al trimestre, pero yo daba sólo tres.
Salut