Y los ves con la libretita y el boli. Henchidos de coraje se disponen a listar los propósitos (nuevos propósitos dicen, cuando en realidad son más viejos que su idiotez). Se sienten inspirados por aquella otra bobada del "año nuevo, vida nueva"
Que no, que no, que no funciona así la cosa.
Y ellos, rezumando entusiasmo, abren la libretita y alisan la primera hoja y con el café y las magdalenas y un cigarro en el cenicero, se disponen a recordarse que tienen que adelgazar y dejar de fumar.
Y empieza el escrito con la frase protocolaria:
En este próximo año...
- Me propongo...
- Quiero:
- Haré...
- Voy a iniciar:
- Dejaré de...
- Iré al...
- Conseguiré.... etc.etc.etc.
Como si para proponerse algo fuera necesario esperar a un principio de año.
Y luego resulta que esta clase de neurotrastornados, son los mismos que los que se ríen, de los que para iniciar cualquier cosa van al astrólogo. ¿Dónde está la diferencia, pedazo de alcornoques?
Si eres de los de la libretita; de los que creen en los Propósitos del nuevo año, recibe mis más sinceras condolencias.
¡Pero guarda la libretita!!
Por lo menos servirá para que puedas valorar tus niveles de ingenuidad, por no llamarla directamente, tontería. Y si vas acumulando libretitas, verás como se van repitiendo gran parte de los propósitos.
Imagen de Cristina Abadía en Pixabay
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