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Dice Kenko...
Si nunca desaparecieran las gotas de rocío en Adashino, si se mantuviera siempre inmóvil el humo sobre la colina de Torime y viviésemos eternamente, sin cambio ni transformación, ¿nos conmovería el frágil y delicado encanto de las cosas? Las cosas son bellas precisamente porque son quebradizas y pasajeras. La efímera no llega a ver la noche del día en que nació. ¿Y no muere la cigarra del estío, sin conocer la primavera ni el otoño? ¡Qué afortunados los que pueden vivir despacio y despreocupados aunque sea un solo año! Pero si uno no se siente insatisfecho y no se siente disconforme con el paso de las horas, todo el tiempo, aunque viva mil años, le parecerá tan breve, como una noche, como un sueño |
No podemos vivir para siempre en este mundo. ¿Qué sentido tiene, por tanto, esperar la decrepitud de la vejez? Cuanto más larga es la vida, tanto mayor es la confusión. Morir antes de cumplir los cuarenta es el mejor modo de vivir sin tener que saborear la vergüenza. Pasada esa edad, uno ya no se ruboriza de su fealdad y no ve objeción para alternar con uno o con otro. En el ocaso de sus días, uno mima a sus hijos y nietos, y desea algunos años más para verlos prosperar. El apego al mundo es cada vez mayor, más arraigado, mientras se va perdiendo la capacidad para sentir el encanto de las cosas frágiles y efímeras. ¡Qué lástima! |
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Morir antes de cumplir los cuarenta es el mejor modo de vivir sin tener que saborear la vergüenza.
No estoy de acuerdo. Poner una fecha cronológica no creo sea lo adecuado.
Uno ha de dejar de existir cuando lo crea conveniente, a los cuarenta, a los cincuenta, a los sesenta, o cuando crea que será una carga, y siempre con dignidad.
Salut
Kenko no es fácil de asimilar y entender. Por regla general parece contradecirse constantemente, lo cual provoca la necesidad de "darle muchas vueltas a lo que dice"
Hay mucho que reflexionar. Cuarenta años es la edad en la que en el Japón medieval por regla general se traspasaba la paternidad familiar al hijo primogénito. No creo que sea vuestra preferencia, pero os invito a eso, darle vueltas. Es lo que yo hago con lo que dice este monje venido a menos y que por supuesto, nada tiene que ver con influencias religiosas.
Yo diría que "el apego al mundo" se divide en dos: el apego a las personas y el apego a las vivencias. A las personas se supera cuando estas faltan, ya siendo joven o mayor, es la supervivencia del hombre que se adapta a todo. En cuanto al apego a las vivencias, tal vez, lo que se tenga no es tanto el querer vivir más como el miedo a qué vendrá después. Habría mucho que conversar.
SAludos.
Kenko en realidad, nos invita a disfrutar de las cosas pequeñas, de las cosas efímeras. Lamenta como en el transcurrir de la vida, ciertas sensibilidades merman y nos hacen olvidar que precisamente la vida nos resulta bella, porque es efímera.
Aquí, o se suicida uno al tener el estado de conciencia, o apechuga hasta el final. Envejecer no es tan malo hasta cierto punto. Hay que conformarse y aceptarlo, son las reglas del juego.
Salut.