La guerra de Snoopy

Esa historia de la maldad de los juguetes bélicos me cuesta mucho de entender y aceptar.
Pienso, seriamente, que de acuerdo con el modo que jugué de niño,
ahora debería ser el lugarteniente de Netanyahu o el comandante en jefe de Putin.

Es más, sospecho que esta idea que cacarean los psicólogos, no responde a otra cosa
que a las características de la vida moderna, donde los padres y madres, tratan de
sacudirse de encima las obligaciones que comporta educar a la prole. Prefieren tenerlos
sobreprotegidos e hipnotizados con las pantallas.

El niño (o niña) que en la infancia juega a la guerra, no tiene por qué
convertirse en violento cuando crece.
Son los juegos de cualquier índole, los que socializan a los pequeños y es
la falta de esa socialización la que origina personas conflictivas. 
Creo que es totalmente lo contrario de lo que se está afirmando.

Los niños juegan de forma semejante a como lo hacen las mascotas.
Se pelean y aparentan morderse, pero no lo hacen o lo hacen sin provocar heridas.
Y es trabajo de los padres, evitar las conductas extremas que puedan darse y provocar lesiones. Explicarles hasta qué punto del juego pueden hacer y a donde no deben llegar.
Eso los educa. Pero es más cómodo reprimir el juego.















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