Papi, ven en tren.

En un espectacular alarde de imaginación, ayer los noticieros nos anuncian que la empresa que gestionará los trenes de rodalies catalanes, se llamará RODALIES DE CATALUNYA. Nos explican que la participación de la Generalitat es de un 49,9% y la de Renfe, un 51,1% y que no obstante estos porcentajes, los órganos de decisión serán totalmente del gobierno catalán. Y al parecer, en esto consiste o resulta el cacareado traspaso de rodalies. 
Silvia Paneque responsable del Departamento de Territori, Habitatge i Transició Ecològica, habla de unos dos años de plazo para que «la ciudadanía empiece a ver resultados en el día a día.»

Ayer, los tres hermanos que conformamos los «restos vivos» de nuestra familia, habíamos planeado vernos en Girona. El menor, debía llegar desde Barcelona hasta Girona. El mayor llegaba en bus desde L'Estartit y yo debía llegar desde Sils, en tren.
El resultado fue que el menor, perdió un tren y con la mala suerte de que el posterior, fue anunciado como  «cancelado» después de 40 minutos de espera. Nos llamó para decirnos que no venía. 
Por mi parte, me vi afectado por ese mismo tren que evidentemente al estar cancelado, tampoco lo pude coger en mi estación de Sils. Tuve que coger el que prácticamente llegaba a Girona a la hora de comer. 
Un desastre. 
Pero la aventura, más propia de los trenes del Punjab en la India, llegó a la hora de volver de Girona hasta Sils: 
Estación de Sils

Estoy en la estación de Girona, tomando un café y despidiéndome del hermano mayor. Anuncian un tren y me apresuro a subir a las andanas (En Girona, están encima del salón de espera) y allí a pleno sol empieza la ridícula cantinela de anuncios que van informando de la llegada, que se va posponiendo cada anuncio, un poco más. Finalmente, también después de unos 40 minutos de espera, anuncian que el tren no circula y, por tanto, deberemos coger el posterior. Bajo de nuevo al salón de espera que es más fresco. 
¿Qué ocurrió después?
Pues ocurrió que llegó el tren inmediatamente posterior con 13 minutos de retraso. Soportable. Pero claro, este tren, para empezar, era más «corto» con solo tres vagones y lógicamente tenía que acoger, además de su aforo normal, toda la gente que perdió la posibilidad del anterior. Una lata de sardinas. Apretujados, viajando de pie y con el tubo del agua del aire acondicionado «duchando» (literal) a un pobre chico de color. Arranca y me digo: ¡Ánimo Ricard, ya falta menos!
Seis minutos después el tren para en la primera estación del recorrido (Fornells de la S.) y sin aviso alguno, nos quedamos tirados 18 minutos más o menos. El aire acondicionado hace lo que puede y yo sudo como un cerdo.  Lo más significativo: Un silencio de resignación flota en el ambiente.

Al escuchar unas horas más tarde, ya en casa, duchado y relajado, el anuncio de la noticia del maldito traspaso, he estado a un paso de escupir al televisor. Que los dioses nos asistan.