Impotencia

Le he tomado prestada la fotografía al amigo Fackel

Impotencia. Tristeza, repugnancia...
Es un rosario de emociones que explotan con cada noticia, con cada lectura en los medios, programa de televisión, declaración de representantes políticos...
Ruido, mucho ruido y pocas nueces. 
Confieso mi odio que a estas alturas ya no me apetece disimular, hacia una sociedad, la hebrea, deshumanizada, depredadora y asesina. 
Sé perfectamente que escribir sobre esto, no sirve para nada. Lo siento mucho por aquellos que ilusoriamente piensan que sí y que quizás deberían revisar introspectivamente si no están cayendo en un terreno de soberbia, pensado que sus líneas en un blog, tengan algún modo de influencia. Peor aún, si con sus escritos piensan que pueden aplicarse un bálsamo que alivie su conciencia. No sirve para nada. Y es por eso que la primera palabra de este escrito es «impotencia». La que siento ante la barbarie, la injusticia y del otro lado, la pasividad de los supuestos organismos de que nos dotamos después de la llamada Segunda Gran Guerra y cuya razón de ser no es otra que conseguir que estas cosas no puedan ocurrir. 

Quiero imaginar que este niño, superará su inanición y recuperará la salud de su cuerpo; imaginar que crecerá alejado del horror que le envuelve y que en su madurez es un ciudadano de pleno derecho y entonces me pregunto:
¿Podrá alguien hablarle del holocausto judío o pensará que Hitler tenía razón?

Pero ¿quién soy yo para criticar lo ilusorio? 
Yo que en mi juventud, pensé que llegaba el amanecer un mundo nuevo, una libertad y un mundo en progreso y desarrollo de los derechos humanos.
Ahora, la realidad me devuelve otro amanecer cada día peor. Mi edad y mis pocas fuerzas, solo me permiten bañarme en eso…en la impotencia. La impotencia de no poder hacer prácticamente nada.

Imagen generada con IA