Empiezo a sospechar que cada vez más cosas se sujetan a la obsolescencia programada (o no programada). Y "cosas" quiere decir, cosas que no son cosas, objetos o artilugios. Cosas quiere decir mucho más. Por ejemplo, matrimonios. Al parecer y según me cuentan, hubo un tiempo en que las parejas, se esforzaban en "reparar" sus dificultades amorosas. Hablaban, consultaban, se ofrecían un tiempo de reflexión y muchas veces todo esto, los conducía hacia un restablecimiento de su relación con más o menos éxito; en ocasiones total.
Pero hoy en día, nos encontramos con lo más parecido a la restitución de un teléfono móvil o a la reparación de nuestros automóviles. El teléfono ya se compra con la previsión de que durará unos pocos años. Dejará de actualizarse y su programario quedará anticuado. Su batería perderá eficiencia y acabará inservible. Parecido es lo que ocurre con tu auto. El taller lo coloca en una máquina de diagnóstico y a los 30 segundos te dicen que pieza habrá que cambiar, cuanto tardaré en llegar y que te costará la broma.
Hoy, las parejas no arreglan nada; se cambian y listo. ¡Y... ojo! Los hijos de momento se salvan, pero no del todo. Cuantos quedan relegados a un segundo plano, cuando aparecen los de la nueva pareja.
Este mundo es un asco.



Bueno de todo hay en la viña del señor, la obsolescencia en las parejas es fruto de la falta de comprensión y paciencia. Te lo dice uno que lleva 55 años con la misma señora, más seis de noviazgo. El mundo no es un asco, si acaso lo son algunos de sus habitantes. La vida puede ser maravillosa, decía Andres Montes, solo que a él se le acabó.
ResponderEliminarRectifico: El mundo "está hecho un asco"
EliminarPor cierto: Yo intento no confundir la vida con el mundo. La vida puede ser maravillosa, pero eso no imposibilita que el mundo esté hecho un asco.
EliminarEstá hecho un asco, canvia molt el sentit.
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