Hoy he releído el poema que dejó Juan en su blog, pocas entradas antes de silenciarlo.
Han sido varias lecturas ya. Y cada vez me sacude como un latigazo, si es que los latigazos pueden ser al tiempo, dolorosos y dulces. Una forma poética de recordarnos cuanto somos de inconscientes, acomodados en el debate eterno, sin mover otro músculo que el de la lengua y dejando a la ignominia trotar por los campos a su aire.
✧ ✧✧✧ ✧ En estos días oscuros de silencios y rejas programadas, cuanto más necesarias son la luz, la verdad y una lección de claridades, hay quien se afana en hacer de las palabras un coro de ladridos, de modular las verdades a su antojo, en poner en el pecho del vecino, la diana roja del escarnio. De robar la bandera que es de todos, para tapar con ella, sus trazas de feriantes, de trileros, mentirosos, pendencieros, busca pleitos, demócratas de conveniencia, que solo la utilizan en su propio beneficio. Y mientras, ¿qué hacemos los que supimos huir de la quema, los que heredamos el mandato de los sueños, los que usamos la palabra solo para contar certezas, los que supimos olvidar todas las afrentas? |
Les dejamos para ellos la bandera, (total, un trozo de tela), pero no dejemos que nos roben las auroras. Alguna vez tendremos que decirles que nuestra voz está hecha de hielo y relámpago de paciencia y azogue, de libertad y grito. Hace una vida, nos obligaron a otras mordazas y no pudieron evitar que la verdad fuera nuestra eterna compañera. Hace una vida nos inocularon a conciencia, pero no fueron capaces de detener nuestro vuelo a pesar de vuestros trágicos piquetes. Por ello, ahora os digo, que sois la triste fotografía, en blanco y negro, de algo que ya no habita en las conciencias. La triste y macilenta escoria de una historia ya pasada que nada tiene que ver con esta alegría de ahora, con este himno que nos nace, desde dentro de la luz y la memoria. |



Un bon i emotiu comiat.
ResponderEliminarSalut
Gracias, amigo, por recordarlo. Era justo y necesario, viéndose lo que se está viendo.
ResponderEliminarUn placer. Hecho en falta tus letras.
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