Estos días recordamos al Sr. Lluch. Se han cumplido 25 años de su cruel asesinato. Hacen tanta falta personas como era él, que en el recuerdo y ante el panorama actual, a mí, y supongo que a muchos, nos aflora el desánimo.
Quiero explicar una pequeña anécdota que quizás ofrezca luz, para entender un poquito más de que clase de persona estamos hablando.
Tengo un vicio incorregible: Se trata de la necesidad de compartir lo poco que sé de las cosas. Eso me ha llevado a que durante algo más de un cuarto de siglo de profesión fotográfica, he organizado, prácticamente todos los años, cursos de iniciación a la fotografía. Y el resultado es que sumando, sumando, han sido varios cientos, las personas que me han ofrecido el privilegio de iniciarlos. Algunos han seguido su trayectoria y se han convertido en profesionales de la prensa gráfica.
En uno de esos cursos, estábamos realizando la típica salida para, en grupo, realizar experiencias de campo. Escogimos el pueblo de Besalú, que supongo sabéis, se trata de un pueblo con un maravilloso carácter medieval. Estábamos en la terraza de un bar que es como una gran balconada que ofrece una vista perfecta del viejo puente. Allí estaba el Sr. Lluch desayunando y leyendo la prensa. No había nadie más, él y nosotros. Tuve el atrevimiento de ir a saludarlo, posiblemente envalentonado por la razón que he comentado de estar solos. Su reacción fue de una educación y humanidad exquisitas. Se levantó y me ofreció la mano. Evidentemente, le dije que por favor no se levantara. —Doncs, asseu-te tu— me respondió sentándose. Me preguntó sobre lo que estábamos haciendo y tuve la oportunidad de explicarle lo de los cursos. —Molt bona feina— dijo. Se interesó por saber de donde era, pude explicarle que tenía una tienda, estudio y laboratorio de fotografía y me explicó que él solía aprovechar cuando podía para desayunar en esa terraza, ya que tenía una casa en el pueblo vecino (Maià de Montcal). Fueron unos breves minutos de conversación. No recuerdo mucho los detalles y tampoco me fio de mi memoria que tiende a «versionar» los acontecimientos, pero sí recuerdo que bromeó con la posibilidad de apuntarse en el próximo curso. También recuerdo que leía el periódico y tomaba apuntes, porque vi la libreta y el bolígrafo al lado. Era una persona llana, próxima, exquisitamente educada que me dejó en esos pocos minutos una huella afectiva y emocional. Cuando las noticias anunciaron su muerte, no pude reprimir el llanto.
No quería hablar de esto, pero alguien me dijo que sí, que debería hacerlo, y quizás tenga razón por bien de que no es más que una anécdota personal.
No quería hablar de esto, pero alguien me dijo que sí, que debería hacerlo, y quizás tenga razón por bien de que no es más que una anécdota personal.
4 Comentarios
Ben fet, aquesta anècdota palesa la bonhomia del Sr. Lluch, car et va atendre com a persona, no com a polític.
ResponderEliminarSalut.
Segurament ell, no en feia distinció entre ser persona i ser polític.
EliminarInteresante el detalle de que apuntaba lo que leía en el diario. E interesante el trato cordial que dispensaba, el dialogante.
ResponderEliminarSalut
Fue un crimen alevoso y descerebrado de los descerebrados asesinos de ETA. Esa organización que ha hecho con todas sus tropelías un gran favor al rearme de la derecha española, aunque parezca lo opuesto.
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