No teníamos TikTok, ni una Play, ni teléfono móvil, y las únicas pilas que conocíamos eran las de una linterna del hermano mayor. Una pila que tenía forma de petaca. Jugábamos en la calle y observábamos mejor el mundo que hoy con el Google Maps. Conocíamos la muerte porque habíamos acompañado a un difunto por las calles de nuestro barrio, expandiendo incienso o tocando una campanita. Y lo más curioso: oíamos muy poco de política. Solo sabíamos que mandaba un señor muy malo. No necesitábamos saber más que a los guardias, mejor verlos de lejos. Poco más.
Fotografías de autores desconocidos (colección de Paolo Streito en Tumblr)



