Entrevista entre sueños y vigilias

Este es el relato de una entrevista realizada entre sueño y vigilia. Es, por lo tanto, el fruto de la imaginación sumada a otras dos energías que todos tenemos y que deberíamos explotar mucho más. Siempre lo intento: Hablo de la reflexión sobre la información adquirida y de la introspección basada en el efecto que nos produce esa información. En definitiva, lo que sigue es mi modo de expresar una opinión que cabalga hacia la convicción.
El día que le entrevisté ya tuvimos un primer momento curioso. ¿Tiene Vd. un minuto?—pregunté.
—Sí, creo que sí, a no ser que me muera antes.—
Fue su respuesta, al tiempo que pulsaba uno de los botones de su reloj.
El gesto me pareció, algo así, como una advertencia; su modo de decir, vamos al grano. Estaba claro que aquel señor no se andaba con rodeos y valoraba su tiempo.
No sé si por cortesía o por previsión, pero le pregunté si teníamos un tiempo limitado para llevar a cabo la entrevista. Sonrió, o me lo pareció a mí; no estoy seguro.
—No, a no ser que me muera antes. Pero confío en que Vd. también valora el tiempo.—
Cuando aquella mente concreta ordenó a su dedo índice derecho, volver a pulsar el botón de su cronógrafo, habían pasado 23 minutos y 11 segundos. Me lo hizo saber, al tiempo que se enfundaba el chaquetón y se colocaba aquella gorra de un supuesto color gris que se adivinaba apenas, bajo capas de grasa, sudor y desgaste.
De las preguntas que le hice, solo quiero destacar esta:

¿Qué piensa Vd. sobre el futuro de nuestra especie? 
Aquello que entendemos como humanidad, a mi parecer, tiene unos treinta y cinco o cuarenta mil años. Lo anterior, incluye especies catalogables como pruebas de ensayo y error. En realidad, la humanidad aún está en estado de formación y mi opinión es que ya está llegando tarde a lo que debería ser un proceso consolidado de humanización. 
Esa supuesta humanidad que somos, está llegando a un punto de no retorno. Nuestra forma de vivir, nos está llevando al límite como especie. Solo hay dos posibilidades: O nos «reconfigurarnos» y nos concienciamos de la necesidad de repensarnos, reorganizarnos; en definitiva -como digo- reconfigurarnos, poniendo todo el interés en ello, o no tardaremos en extinguirnos. 
Personalmente, creo que aún estamos a tiempo, pero se requiere un cambio colectivo de tal magnitud, que, sinceramente, tengo pocas esperanzas. No será fácil cambiar la forma de pensar, de relacionarnos y de vivir.
La tecnología se nos está avanzando, o dicho de otro modo, está superando nuestra capacidad de asumirla. Desconfiamos de todo; de los sistemas de comunicación, de los avances médicos, desconfiamos de la inteligencia artificial, de la investigación biomolecular, del espacio, etc.etc.
No es más que la expresión de que esa tecnología avanza más rápido de lo que somos capaces de tragar. Y no debería ser así. 
Otro gran problema es binario: Por un lado, el crecimiento exacerbado de la demografía y por otro, la globalización. Si no los controlamos, el colapso será cuestión de poco tiempo.

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