Hoy, además de pasar por una ecografía, tener un poco de febrícula y sentirme un tanto cansado (quizás estoy pillando el normativo resfriado de noviembre), he tenido la insoportable experiencia de escuchar el discurso de una hembra de escorpión. 
Isabel Díaz Ayuso es la personificación de la toxina botulínica. La encarnación de la que probablemente sea la neurotoxina más letal del planeta
Quizás a alguien que me lea le parecerá exagerado; es posible. Pero si uno es capaz de objetivar y desprenderse de las influencias políticas (cosa que dudo sea muy popular en las mentes de este país) y se limita a una escucha analítica a la luz de lo psicológico e incluso lo antropológico, podrá observar el típico discurso de alguien que predica lo que confunde sus opiniones que en realidad son sus deseos. 
Cuando habla de los males que dice observar en los otros, las amenazas que, según ella representan, en realidad, solo está manifestando hacia afuera sus deseos interiores más inconfesables, solo está expresando sus demonios, sus venenos.
No me las doy de nada, soy un ignorante perfectamente enmarcado en un marco de curiosidad, pero tengo instinto.
Hoy, al escuchar a esa «alacrana» pronunciar la palabra guerracivilismo, he visto como se me erizaban los pelos de los brazos, he notado el calor de la testosterona y he sentido la perfecta mezcla del miedo y la rabia.