Anotaciones de bitácora

Dice un buen amigo, que hacerse mayor es ir aceptando limitaciones al mismo tiempo que se suelta lastre.
Y en este tema, siempre encuentras el típico «estupendo» que, sin pensarlo dos segundos, te suelta la típica calificación con aroma de descalificación:

Au va! ni que fossis un ancià. Ni tan sols has arribat als setanta-cinc.

Entonces es cuando oigo el susurro de Okanuh que me dice —paciencia hermano— Y yo le escucho porque su voz y el amigo que citaba antes, dicen lo mismo. Soltar lastre y viajar ligero, ya que una cosa es la cronología, otra diferente es el estado de salud, y otra más, la animosidad y la vitalidad que proviene de un determinado carácter, más o menos extrovertido y alegre. 

—Uno, puede ser un anciano, quince días o quince años, y esto a veces es una simple cuestión de suerte, pero lo que está claro es que no es absurdo pensar preventivamente que quizás puedas tener la poca fortuna de ser anciano muy poco tiempo. Y ¡oye!, dejar para mañana lo que puedas hacer hoy no es la más sabia de las actitudes. Máxime teniendo en cuenta que a ciertas alturas de la vida, las cosas, cada vez cuestan más.

Claro que también puedes ser un vejestorio egoísta y pensar que ya se apañarán los que queden. ¿No quieren tu herencia? Pues que apechuguen con todo. 
Una postura muy adecuada, para que te recuerden con cariño, ¿no crees?

Yo no doy consejos; ni gratis ni pagando. Me cuesta incluso cuando me los piden. Pero sí que puedo decir, que de lo hablado, estoy en ello y el programa incluye las cosas más aparentemente insignificantes:
Hoy he dado de baja mi cuenta de Facebook. Voy a desaparecer de Flickr, de 500px y luego ya veré que hago con Instagram. Por supuesto hay cosas mucho más importantes que hacer, pero ¡carajo!, tampoco son para compartirlas aquí.

Que la vida os conceda una ancianidad, un día más larga de lo que ahora deseáis.
(Con uno es suficiente)