La escritura



Y del modo que sea, como sea y cuando sea, sin importar la cantidad,
pero sí, la autenticidad y la sinceridad.
Mejor, si está vestida de espontaneidad.
En papel, o sumergida en emails líquidos, en blogs que se comparten,
en cartas (ya tan olvidadas) o incluso incrustada en el cuerpo de un whatsapp...
la escritura sigue siendo un masaje para el intelecto y un refugio para la condición humana.